27.12.21
7.9.21
5.9.21
26.8.21
diário
“esto de los diarios es un problema porque, como se escriben, por lo general, en las horas de la noche, si son sinceros resultan siempre o casi siempre o documentos para el psiquiatra o excitantes para bachilleres, y si no lo son, evidencian enseguida su falsedad, porque a ninguna hora es tan difícil mentir como a la del silencio”
Fernando Fernán Gómez
4.8.21
5.6.21
Crónica de uma Morte Anunciada
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
Anthony Delon morrendo na pele de Santiago Nasar (1987) |
Empezaban a desayunar cuando vieron entrar a Santiago Nasar empapado de sangre llevando en las manos el racimo de sus entrañas. Poncho Lanao me dijo: «Lo que nunca pude olvidar fue el terrible olor a mierda». Pero Argénida Lanao, la hija mayor, contó que Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien los pasos, y que su rostro de sarraceno con los rizos alborotados estaba más bello que nunca. Al pasar frente a la mesa les sonrió, y siguió a través de los dormitorios hasta la salida posterior de la casa. «Nos quedamos paralizados de susto», me dijo Argénida Lanao. Mi tía Wenefrida Márquez estaba desescamando un sábalo en el patio de su casa al otro lado del río, y lo vio descender las escalinatas del muelle antiguo buscando con paso firme el rumbo de su casa.
– ¡Santiago, hijo -le gritó-, qué te pasa!
Santiago Nasar la reconoció.
– Que me mataron, niña Wene -dijo.
Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato. «Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas», me dijo mi tía Wene.
Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de bruces en la cocina.
entre o início e o fim, está o último dia de Santiago.
|Crónica de uma Morte Anunciada, Gabriel Garcia Marques|
28.5.21
25.5.21
16.5.21
8.5.21
5.5.21
3.5.21
1.5.21
26.4.21
Nomadland - Sobreviver (na América)
Home, is it just a word? Or is it something that you carry within you?
24.4.21
La Perra, iv
José Gutiérrez Solana
—Vas a matar a ese animal de tanto tocarlo —dijo.
A Damaris le dolió el comentario, pero se quedó callada. No valía la pena ponerse a pelear. Luego Luzmila preguntó con cara de asco cómo se llamaba y Damaris tuvo que decirle que Chirli. Ellas eran primas hermanas y se habían criado juntas desde que nacieron, por lo que sabían todo una de la otra.
—¿Chirli como la reina de belleza? —se rio Luzmila—, ¿así no era que le ibas a poner a tu hija?
Damaris no había podido tener hijos. Se juntó con Rogelio a los dieciocho yllevaba dos años con él cuando la gente empezó a decirles “¿Para cuándo los bebés?” o “Qui’hubo que se están demorando”. Ellos no estaban haciendo nada para prevenir el embarazo y entonces Damaris comenzó a tomar infusiones de dos hierbas del monte, la María y la Espíritu Santo, que había oído decir que eran muy buenas para la fertilidad.
En esa época vivían en el pueblo, en una pieza alquilada, y ella recogía las hierbas en el acantilado sin pedirles permiso a los dueños de las propiedades. Aunque se sentía un poco deshonesta, consideraba que esas cuestiones eran asunto suyo y de nadie más. Las infusiones las preparaba y tomaba a escondidas, cuando Rogelio salía a pescar o cazar.
Él empezó a sospechar que Damaris andaba en algo y la siguió como a los animales que cazaba, sin que ella se diera cuenta. Cuando él vio las hierbas creyó que eran para hacer brujería, le salió al paso y la enfrentó furioso.
—¡¿Para qué es esa mierda!? —le dijo—. ¡¿
La Perra, Pilar Quintana
15.4.21
La Perra, iii / todos temos uma maldita Luzmila nas nossas vidas
Luzmila, a diferencia de Rogelio, no les hacía daño a los animales, pero los despreciaba y era el tipo de persona que veía solo lo negativo de las cosas y se mantenía criticando a los demás.
La Perra, ii
José Gutiérrez Solana |
Hacía mucho tiempo que Damaris y Rogelio dormían en cuartos separados, y en esas noches ella se levantaba rápido, antes de que él pudiera decir o hacer algo. Sacaba a la perra de la caja y se quedaba con ella a oscuras, acariciándola, muerta de susto por las explosiones de los rayos y la furia del vendaval, sintiéndose diminuta, más pequeña y menos importante en el mundo que un grano de la arena del mar, hasta que la perra dejaba de chillar.
12.4.21
La Perra
José Gutiérrez Solana |
—Ahora quedate quieto, Mosco hijueputa —ordenó.
Lo agarró por la punta de la cola, alzó su machete y, antes de que Damaris pudiera entender lo que haría, se la cortó de tajo. Aullando, Mosco salió a correr y Damaris miró a Rogelio horrorizada. Él, con la cola plagada de gusanos todavía en la mano, alzó los hombros y dijo que solo lo había hecho para detener la infección, pero ella siempre creyó que lo había disfrutado.
La Perra, Pilar Quintana
8.4.21
la expiación
Hacia calor ya, y cuando llegamos a nuestra casa, desde la ventana del dormitorio donde me quité el vestido y el tul de novia, vi con sorpresa un canario.
Ahora me doy cuenta de que era el mismo Mandarín que picoteaba la única naranja que había quedado en el árbol del patio.
Antonio no interrumpió sus besos al verme tan interesada en ese espectáculo. El ensañamiento del pájaro con la naranja me fascinaba. Contemplé la escena hasta que Antonio me arrastró temblando a la cama nupcial, cuya colcha, entre los regalos, había sido para él fuente de felicidad y para mí terror durante las vísperas de nuestro casamiento. La colcha de terciopelo granate llevaba bordado un viaje en diligencia. Cerré los ojos y apenas supe lo que sucedió después. El amor es también un viaje; durante muchos días fui aprendiendo sus lecciones, sin ver ni comprender en qué consistían las dulzuras y suplicios que prodiga. Al principio, creo que Antonio y yo nos amábamos parejamente, sin dificultad, salvo la que nos imponía mi conciencia y su timidez.
plan para un poema
..., que el viento aguce los lápices de plomo del escriba sentado, o atrás de enredaderas centenarias aparezca escrita una mañana esta frase convincente: No hay enredaderas centenarias, la botánica es una ciencia, al diablo los inventores de imágenes presuntas.
Historias de cronopios y de famas, Julio Cortazar
2.4.21
conversas em carreiro
«… mares paralelos (¿ríos?). El agua infinita (¿un mar?) crece en ciertos
momentos como una hiedra-hiedra-hiedra (¿idea de una pared muy alta, que
expresaría la marea?). Si se va-va-va-va (noción análoga aplicada a la distancia)
se llega a la Gran Sombra Verde (¿un campo sembrado, un soto, un bosque?)
donde el Gran Dios alza el granero continuo para sus Mejores Obreras. En esta
región abundan los Horribles Inmensos Seres (¿hombres?) que destrozan
nuestros senderos. Al otro lado de la Gran Sombra Verde empieza el Cielo Duro
(¿una montaña?). Y todo es nuestro, pero con amenazas».
«Geografías» in Historias de cronopios y de famas, Julio Cortazar
22.3.21
quando me falam de escolas inclusivas é nisto que penso, em primeiro lugar.
18.3.21
«Ele era o meu Norte, o meu Sul, o meu Leste e Oeste, A minha semana útil e o meu domingo inerte, O meu meio-dia, a minha meia-noite, a minha canção, a minha fala, Achei que o amor fosse para sempre: (...). »
Quando me disseste que não mais me amavas,
e que ias partir,
dura, precisa, bela e inabalável,
com a impassibilidade de um executor,
dilatou-se em mim o pavor das cavernas vazias...
Mas olhei-te bem nos olhos,
belos como o veludo das lagartas verdes,
e porque já houvesse lágrimas nos meus olhos,
tive pena de ti, de mim, de todos,
e me ri
da inutilidade das torturas predestinadas,
guardadas para nós, desde a treva das épocas,
quando a inexperiência dos Deuses
ainda não criara o mundo...
João Guimarães Rosa, Magma
17.3.21
5.2.21
simília similibus
Quem deita sal na carne crua deixa
a lua entrar pela oficina e encher o barro forte:
das fêmeas - e logo o meu dedo se poe a luzir
ao fôlego da boca: onde
o gargalo se estrangula e entre as coxas a fenda
é uma queimadura
vizinha
do coração - toda a minha mão se assusta,
transmuda,
se torna transparente e viva, por essa força que a traga
até dentro,
onde o sangue mulheril queimado
a arrasta pelos rins e aloja, brilhando
como um coração,
na garganta - o sal que se deita cresce sempre
ao enredo dos planetas: com unhas
frias e nuas
retrato as lunações, talho a carne límpida
- porque eu sou o teu nome quando
te chamas a toda a altura
dos espelhos e até ao fundo, se teus dedos abertos tocam
a estrela
como uma pedra fechada no seu jardim selvagem
entre a água: tu tocas
onde te toco, e os remoinhos da luz e do sal se tocam
na carne profunda: como em toda a olaria o movimento
toca a argila e a torna
atenta
à translação da casa pela paisagem rodando sobre si
mesma - a teia sensível,
que se fabrica no mundo entre a mão no sal
e a potência
múltipla de que esta escrita é a simetria,
une
tudo boca a boca: o verbo que estás a ser cada
tua morte
ao que ouço, quando a luz se empina e a noite inteira
se despenha
para dentro do dia: ou a mão que lanço sobre
esse cabelo animal
que respira no sono, que transpira
como barro ou madeira ou carne salgada
exposta
a toda a largura da lua: o que é grave, amargo, sangrento.