Me dijo que Borges no estaba muy bien, que oía mal y que le hablara en voz alta. Apareció la voz de Borges y le pregunté cómo estaba. «Regular, nomás», respondió. «Estoy deseando verte», le dije. Con una voz extraña, me contestó: «No voy a volver nunca más». La comunicación se cortó. Silvina me dijo: «Estaba llorando». Creo que sí. Creo que llamó para despedirse.
[Borges, de Adolfo Bioy Casares]